jueves, 14 de septiembre de 2017

Entrevista a Fernando Crisci Munz del elenco "Los Ojos llenos de amor"

-¿Por qué decidiste ser artista?
Aunque suene a frase trillada, creo que uno no elige el arte… con eso se viene, se nace, y en primer instancia, de manera inconsciente lo vamos viviendo, experimentando… y en algún momento de nuestra vida, lo que sí tenemos que decidir es si nos “hacemos cargo” de eso que nos moviliza, que nos hace ser, que nos llena por completo, que nos “salva”… o lo dejamos de lado, lo minimizamos, lo postergamos, lo encajonamos bajo los preceptos o mandatos sociales, familiares, etc de lo que “debemos ser” o se “espera que seamos”… Por eso, influye mucho el contexto…
En mi caso, tengo la inmensa bendición de haber nacido y sido criado en una familia donde las expresiones artísticas nunca se reprimieron, al contrario, se resaltaron, se incentivaron… desde la música, la danza, las labores manuales, la palabra… Soy de Villalonga, un pueblo sureño a 850Km de Buenos Aires (como siempre digo, donde la pampa empieza a hacerse Patagonia) y toda mi infancia transcurrió en el campo, donde las escases materiales se compensaban con el ingenio, la creatividad, el arduo trabajo y la solidaridad de una familia y vecinos que no sólo cultivaba la tierra, sino valores, y donde la palabra valía (y vale) más que un documento escrito.
En ese contexto, sobre todo mi vieja ( de quien heredé entre otras cosas el amor al folcklore, al canto, a las telas y la máquina de coser -hoy por hoy vivo del diseño y realización de Alta Costura y vestuarios teatrales-) fue quien alimentó ese pequeño mounstrito que se disfrazaba con sus ropas, que participaba en cuanto acto de escuela había, que recitaba versos en la cena de nochebuena subido a un cajón de tomates, que inventaba canciones a la hora de la siesta bajo los tamariscos, ese mismo que ella llevó muchas veces “a dedo” los 25km que nos separaban del pueblo para que vaya al menos una vez por semana al jardín de infantes (cuando el auto estaba roto o no había para combustible), y en ese caminar cantaba “al sol, como la cigarra…” o “zamba de mi esperanza, amanecida como un querer, sueño, sueño del alma…” quizás sin darse cuenta que su canto iba haciendo mella en mí…  



 -¿Cómo fueron tus primeros pasos?. –
Cuando terminé la escuela primaria en el campo, nos instalamos en el pueblo donde hice el secundario… por ese tiempo (hace 23 años) abría las puertas “La Casa de la Cultura” (en lo que había sido el primer hotel de inmigrantes, cuando Villalonga, era apenas un asentamiento a la vera de las vías del tren…) y durante dos años, viajó una maestra de teatro desde Viedma, Susana D’Andrea (de quien no volví a saber , pero que recuerdo con inmenso amor, porque esa mujer apasionada que respiraba y transpiraba teatro me traspasó) y con “Flecha” (un entrañable personaje de “El avaro” de Moliere) hacía mi “debut escénico” con 14 años ya no, en el patio de la escuela o de casa sino, en el salón principal de esa querida casa, dispuesto con sillas, telones y escenografía tridimensional… también en ese lugar, empecé mis estudios de danzas folckloricas con mi amada Mónica Chabrux, otra mujer apasionada que revolucionó mi pequeño artista cuando en sus clases, incorporó una barra, y eso que parecía tan lejano llamado “danza clásica” empezó a ser parte del entrenamiento… y aprendí  “a girar con la cabeza”, a hacer diagonales, colocar las manos, bajar los hombros… aprendí que la danza es una, no importa el género, que la danza es liberadora, que la danza se fusiona, que la danza también es volar y que no importa de donde venimos, ni como somos, nos abraza por igual y nos puede hacer inmensamente felices y fuertes…
Paralelamente la poesía fue otro pilar… en la Biblioteca del pueblo, Mary Zúñiga (un ser sobrenatural) había creado un grupo de niños y adolescentes que nos hicimos llamar “Cómplices de Sueños”… sería difícil poder expresar en algunos renglones todo lo que eso implicó e implica en mi vida… Podría resumirlo en que fue y es, mi “lugar en el mundo”, es mi burbuja, donde pude transformar el dolor, la angustia de sentirme diferente, desencajado… Gracias a eso, pude conocer distintos lugares de este país hermoso y Chile, participando de Encuentros de Escritores, Ferias de libros, como disertante, orador… en este ámbito coseché premios, algún que otro reconocimiento internacional,  el de mi propia comunidad y la posibilidad de becas que sumado al esfuerzo incansable de mis viejos, me permitían seguir “siendo”…
En el año 2000 dejé mi querido Villalonga, para venirme a estudiar Periodismo… pero unos años después la vida me sorprendía y empecé a estudiar “Comedia Musical” y así conocí a Maria Eugenia Heyaca (actriz, directora, hermana de la vida) con quien fui haciendo un caminito de hormiga… y me fui “haciendo” en el “hacer mismo”… mucho de autodidacta y mucho de aprender de los distintos grupos, elencos, compañeros, directores con los que fui trabajando en este mundillo difícil pero mágico llamado “Teatro independiente”… fui y soy una “esponja”… busco todo el tiempo, en la calle, en el subte, cuando veo una obra o una película… cuando voy a comprar algo… busco… observo, incorporo… gestos, palabras, formas, expresiones…
 Y también, por mi oficio de Vestuarista, aprendo mucho viendo ensayos, a artistas de todo tipo, a directores marcar, hacer correcciones… uno de ellos es Nicolás Pérez Costa, cada trabajo con él, es un gran aprendizaje para mi “artista”… otro referente fuerte en mi, es Pepito (Pepe Cibrián Campoy), de quien aprendí durante el ciclo “Aquí Podemos Hacerlo” (que se hizo bajo el formato de Reallity Show por La TV Pública, en 2007) y me llevó a pisar un escenario tan emblemático como el del Teatro Nacional Cervantes como elenco de “El Jorobado de Paris” y el Teatro Broadway con “4, un musical joven” donde además tuvo el gesto generoso de elegirme para hacer el vestuario.
Y ahora, con Ale (Alejandro Cuesta, director de “Los ojos llenos de Amor”) es como haber hecho una gran Master Class durante estos tres meses de ensayos, porque si algo tiene este señor es una sabiduría y experiencia increíble.


¿Qué sentís cuando estás arriba de un escenario?
Jaaaa…. ¿Cómo te lo explico..? Todo. Y con “todo” me refiero a todo eso que te conté antes…El camino recorrido… las personas…y siento la gratitud por todo lo que me permite… Puedo ser sin tapujos, sin condicionamientos, sin mochilas que pesen… puedo ser yo, en el sentido más pleno (aunque juegue a ser otro), puedo ser todo lo malo y lo bueno que no soy en mi vida diaria… arriba del escenario quizás me acepto y me quiero todo lo que no, cuando estoy abajo…
Hay algo que no se modifica arriba o abajo… y es que soy visceral… lo dejo todo, no escatimo, no me guardo, no especulo, después… eso puede gustar o no, puede llegar, emocionar o simplemente no resultar del agrado de alguien, pero sé que nunca podrá resultar indiferente, porque estoy convencido que cuando uno ama lo que hace, en algún lugar de ese “otro” que lo recibe, toca… llega… modifica…

-¿Como llegaste a pertenecer al elenco de “Los ojos llenos de amor? –
Vi la convocatoria por Facebook,  donde buscaban distintos tipos de artistas para varios espectáculos… mandé el material, me citaron para la audición y fui sin saber de que se trataba, ya que no había especificaciones. Tampoco en cuanto a que se evaluaría, sólo se pedía “una rutina de 2 minutos”… Por eso, elegí hacer algo que me represente… armé una pequeña puesta con la canción “Alfonsina y el mar”… nada que ver con lo que estoy haciendo en “Los ojos llenos de amor” jajaja pero tal como lo dijo Ale (Cuesta), él, para elegirnos, no evaluó lo que hicimos en la audición, sino lo que él podía ver y hacer después con eso…

¿Como es tu personaje?
Particular… jajaja Se llama Claudio, es el mayordomo, un loco lindo que hace las veces de padre, consejero, amigo, confidente de este “actor profundo” que es Anibal (interpretado por Nacho Lazbal) y que está siempre al pie del cañón para “salvarle las papas” con Ninón, su amante (Brenda Raso) y el marido de ésta , Maidana (Daniel Garofalo) que a su vez es su productor y darle un sermoncito cuando está metiendo la pata, entre otras cosas. Desde el primer momento que irrumpe Elena (Maria Fe Mantel) en la vida de todos, le toma un especial afecto y se convertirá en su aliado, y con Doña Laura –mamá de Anibal- (Claudia Fernandez) deja entrever al público ese lazo de confianza y lealtad con esta señora del interior que cae de sorpresa al enterarse por las revistas que su hijo se casó (sin sospechar la verdad que se oculta en ese matrimonio ficticio).
El desafío que me planteó Alejandro desde la dirección, fue hacerlo “oriental”… y acá tiene que ver eso de lo que él vió en mi audición… poder componer desde lo físico, lo que llamamos en teatro “la máscara”,  la voz, la caracterización, un personaje que sale del molde de los mayordomos que han interpretado históricamente este personaje.
Fue un lindo trabajo, difícil por momentos, intenso… p1ero que disfruto mucho hacer y sobretodo me permite divertirme y hacerlo crecer cada día u  poquito…


¿Que expectativa tenes de la obra?

Que trascienda el escenario y que cada quien que la vea, la disfrute, la “viva” , se divierta, tanto como nosotros en todo este proceso de ensayos y  cada vez que volvemos a hacerla.

Y por otra parte, que me permita seguir aprendiendo y disfrutando de cada uno de los que formamos parte de estos “Ojos…”

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