-¿Por qué decidiste ser artista?
Aunque suene a frase trillada,
creo que uno no elige el arte… con eso se viene, se nace, y en primer
instancia, de manera inconsciente lo vamos viviendo, experimentando… y en algún
momento de nuestra vida, lo que sí tenemos que decidir es si nos “hacemos
cargo” de eso que nos moviliza, que nos hace ser, que nos llena por completo,
que nos “salva”… o lo dejamos de lado, lo minimizamos, lo postergamos, lo
encajonamos bajo los preceptos o mandatos sociales, familiares, etc de lo que
“debemos ser” o se “espera que seamos”… Por eso, influye mucho el contexto…
En mi caso, tengo la inmensa
bendición de haber nacido y sido criado en una familia donde las expresiones
artísticas nunca se reprimieron, al contrario, se resaltaron, se incentivaron…
desde la música, la danza, las labores manuales, la palabra… Soy de Villalonga,
un pueblo sureño a 850Km de Buenos Aires (como siempre digo, donde la pampa
empieza a hacerse Patagonia) y toda mi infancia transcurrió en el campo, donde
las escases materiales se compensaban con el ingenio, la creatividad, el arduo
trabajo y la solidaridad de una familia y vecinos que no sólo cultivaba la
tierra, sino valores, y donde la palabra valía (y vale) más que un documento
escrito.
En ese contexto, sobre todo mi
vieja ( de quien heredé entre otras cosas el amor al folcklore, al canto, a las
telas y la máquina de coser -hoy por hoy vivo del diseño y realización de Alta
Costura y vestuarios teatrales-) fue quien alimentó ese pequeño mounstrito que
se disfrazaba con sus ropas, que participaba en cuanto acto de escuela había,
que recitaba versos en la cena de nochebuena subido a un cajón de tomates, que
inventaba canciones a la hora de la siesta bajo los tamariscos, ese mismo que
ella llevó muchas veces “a dedo” los 25km que nos separaban del pueblo para que
vaya al menos una vez por semana al jardín de infantes (cuando el auto estaba
roto o no había para combustible), y en ese caminar cantaba “al sol, como la
cigarra…” o “zamba de mi esperanza, amanecida como un querer, sueño, sueño del
alma…” quizás sin darse cuenta que su canto iba haciendo mella en mí…
-¿Cómo
fueron tus primeros pasos?. –
Cuando terminé la escuela
primaria en el campo, nos instalamos en el pueblo donde hice el secundario… por
ese tiempo (hace 23 años) abría las puertas “La Casa de la Cultura” (en lo que
había sido el primer hotel de inmigrantes, cuando Villalonga, era apenas un
asentamiento a la vera de las vías del tren…) y durante dos años, viajó una
maestra de teatro desde Viedma, Susana D’Andrea (de quien no volví a saber ,
pero que recuerdo con inmenso amor, porque esa mujer apasionada que respiraba y
transpiraba teatro me traspasó) y con “Flecha” (un entrañable personaje de “El
avaro” de Moliere) hacía mi “debut escénico” con 14 años ya no, en el patio de
la escuela o de casa sino, en el salón principal de esa querida casa, dispuesto
con sillas, telones y escenografía tridimensional… también en ese lugar, empecé
mis estudios de danzas folckloricas con mi amada Mónica Chabrux,
otra mujer apasionada que revolucionó mi pequeño artista cuando en sus clases,
incorporó una barra, y eso que parecía tan lejano llamado “danza clásica”
empezó a ser parte del entrenamiento… y aprendí
“a girar con la cabeza”, a hacer diagonales, colocar las manos, bajar
los hombros… aprendí que la danza es una, no importa el género, que la danza es
liberadora, que la danza se fusiona, que la danza también es volar y que no
importa de donde venimos, ni como somos, nos abraza por igual y nos puede hacer
inmensamente felices y fuertes…
Paralelamente la poesía fue otro
pilar… en la Biblioteca del pueblo, Mary Zúñiga (un ser sobrenatural) había
creado un grupo de niños y adolescentes que nos hicimos llamar “Cómplices de
Sueños”… sería difícil poder expresar en algunos renglones todo lo que eso
implicó e implica en mi vida… Podría resumirlo en que fue y es, mi “lugar en el
mundo”, es mi burbuja, donde pude transformar el dolor, la angustia de sentirme
diferente, desencajado… Gracias a eso, pude conocer distintos lugares de este
país hermoso y Chile, participando de Encuentros de Escritores, Ferias de
libros, como disertante, orador… en este ámbito coseché premios, algún que otro
reconocimiento internacional, el de mi
propia comunidad y la posibilidad de becas que sumado al esfuerzo incansable de
mis viejos, me permitían seguir “siendo”…
En el año 2000 dejé mi querido
Villalonga, para venirme a estudiar Periodismo… pero unos años después la vida
me sorprendía y empecé a estudiar “Comedia Musical” y así conocí a Maria
Eugenia Heyaca (actriz, directora, hermana de la vida) con quien fui haciendo
un caminito de hormiga… y me fui “haciendo” en el “hacer mismo”… mucho de
autodidacta y mucho de aprender de los distintos grupos, elencos, compañeros,
directores con los que fui trabajando en este mundillo difícil pero mágico
llamado “Teatro independiente”… fui y soy una “esponja”… busco todo el tiempo,
en la calle, en el subte, cuando veo una obra o una película… cuando voy a
comprar algo… busco… observo, incorporo… gestos, palabras, formas, expresiones…
Y también, por mi oficio de Vestuarista,
aprendo mucho viendo ensayos, a artistas de todo tipo, a directores marcar,
hacer correcciones… uno de ellos es Nicolás Pérez Costa, cada trabajo con él,
es un gran aprendizaje para mi “artista”… otro referente fuerte en mi, es
Pepito (Pepe Cibrián Campoy), de quien aprendí durante el ciclo “Aquí Podemos
Hacerlo” (que se hizo bajo el formato de Reallity Show por La TV Pública, en
2007) y me llevó a pisar un escenario tan emblemático como el del Teatro
Nacional Cervantes como elenco de “El Jorobado de Paris” y el Teatro Broadway
con “4, un musical joven” donde además tuvo el gesto generoso de elegirme para
hacer el vestuario.
Y ahora, con Ale (Alejandro
Cuesta, director de “Los ojos llenos de Amor”) es como haber hecho una gran
Master Class durante estos tres meses de ensayos, porque si algo tiene este
señor es una sabiduría y experiencia increíble.
¿Qué sentís cuando estás arriba de un escenario?
Jaaaa…. ¿Cómo te lo explico..?
Todo. Y con “todo” me refiero a todo eso que te conté antes…El camino
recorrido… las personas…y siento la gratitud por todo lo que me permite… Puedo
ser sin tapujos, sin condicionamientos, sin mochilas que pesen… puedo ser yo,
en el sentido más pleno (aunque juegue a ser otro), puedo ser todo lo malo y lo
bueno que no soy en mi vida diaria… arriba del escenario quizás me acepto y me
quiero todo lo que no, cuando estoy abajo…
Hay algo que no se modifica
arriba o abajo… y es que soy visceral… lo dejo todo, no escatimo, no me guardo,
no especulo, después… eso puede gustar o no, puede llegar, emocionar o
simplemente no resultar del agrado de alguien, pero sé que nunca podrá resultar
indiferente, porque estoy convencido que cuando uno ama lo que hace, en algún
lugar de ese “otro” que lo recibe, toca… llega… modifica…
-¿Como llegaste a pertenecer al elenco de “Los ojos
llenos de amor? –
Vi la convocatoria por
Facebook, donde buscaban distintos tipos
de artistas para varios espectáculos… mandé el material, me citaron para la
audición y fui sin saber de que se trataba, ya que no había especificaciones.
Tampoco en cuanto a que se evaluaría, sólo se pedía “una rutina de 2 minutos”…
Por eso, elegí hacer algo que me represente… armé una pequeña puesta con la
canción “Alfonsina y el mar”… nada que ver con lo que estoy haciendo en “Los
ojos llenos de amor” jajaja pero tal como lo dijo Ale (Cuesta), él, para
elegirnos, no evaluó lo que hicimos en la audición, sino lo que él podía ver y
hacer después con eso…
¿Como es tu personaje?
Particular… jajaja Se llama
Claudio, es el mayordomo, un loco lindo que hace las veces de padre, consejero,
amigo, confidente de este “actor profundo” que es Anibal (interpretado por
Nacho Lazbal) y que está siempre al pie del cañón para “salvarle las papas” con
Ninón, su amante (Brenda Raso) y el marido de ésta , Maidana (Daniel Garofalo)
que a su vez es su productor y darle un sermoncito cuando está metiendo la
pata, entre otras cosas. Desde el primer momento que irrumpe Elena (Maria Fe
Mantel) en la vida de todos, le toma un especial afecto y se convertirá en su
aliado, y con Doña Laura –mamá de Anibal- (Claudia Fernandez) deja entrever al
público ese lazo de confianza y lealtad con esta señora del interior que cae de
sorpresa al enterarse por las revistas que su hijo se casó (sin sospechar la
verdad que se oculta en ese matrimonio ficticio).
El desafío que me planteó
Alejandro desde la dirección, fue hacerlo “oriental”… y acá tiene que ver eso
de lo que él vió en mi audición… poder componer desde lo físico, lo que
llamamos en teatro “la máscara”, la voz,
la caracterización, un personaje que sale del molde de los mayordomos que han
interpretado históricamente este personaje.
Fue un lindo trabajo, difícil
por momentos, intenso… p1ero que disfruto mucho hacer y sobretodo me permite
divertirme y hacerlo crecer cada día u
poquito…
¿Que expectativa tenes de la obra?
Que
trascienda el escenario y que cada quien que la vea, la disfrute, la “viva” ,
se divierta, tanto como nosotros en todo este proceso de ensayos y cada vez que volvemos a hacerla.
Y por otra
parte, que me permita seguir aprendiendo y disfrutando de cada uno de los que
formamos parte de estos “Ojos…”